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Hablar de aborto, un reclamo por el derecho a decidir
12 Oct 2017 | En primera persona
Bajo la consigna “Un grito global por el aborto legal”, cientos de mujeres se movilizaron
el pasado 28 de septiembre para exigir por el cumplimiento de sus derechos. Así, la conmemoración del “Día por la despenalización y legalización del aborto en América Latina y el Caribe” puso nuevamente en discusión este tema.
En nuestro país el artículo 86 del Código Penal establece que toda mujer, niña, adolescente y, en general, toda persona con capacidad de gestar, tiene derecho a solicitar una interrupción legal del embarazo por cuatro motivos diferentes. Si bien el aborto pareciera ser una práctica que no sucede con frecuencia, para muchas mujeres y quienes trabajan como socorristas es algo cotidiano. Por eso es importante exigir que centros de salud y hospitales garanticen este derecho.
En este marco, conversamos con Agustina y Nerea, dos integrantes de la organización de socorristas Anamarías, llamadas así por Ana María Acevedo*. Ellas nos cuentan sobre su trabajo, sobre la importancia de la despenalización y legalización del aborto, de que sea entendida como una práctica de salud y de que haya más información sobre el tema.
¿Por que se convocó la marcha del 28 de septiembre del lema Un grito global por el aborto legal?
Nerea: En realidad es una convocatoria que se hace a nivel Latinoamericano. El 28 de septiembre lo organiza la Campaña por la Despenalización y Legalización del Aborto en Latinoamérica y el Caribe. Específicamente acá en Santa Fe lo que se hizo fue una convocatoria desde la mesa Ni Una Menos que está conformada por varias organizaciones, sindicatos, socorristas, feministas y algunas compañeras militantes sueltas, independientes. La idea era, teniendo en cuenta el contexto más local de acá de Santa Fe, aprovechar la movida para poder seguir instalando algunas problemáticas que hay a nivel más local en relación al acceso a la interrupción legal del embarazo. Para hablar dentro de un marco legal, qué es lo que viene a reglamentar, un poco el protocolo y algunos tratados internacionales y nacionales.
Agustina: Este año a diferencia de otros años, fue como un poco más potente o masivo. Primero que la mesa Ni Una Menos está mucho más organizada. Y además específicamente a nivel local, desde la ciudad de Santa Fe, con todos los retrocesos que venimos teniendo de salud, hablando como socorristas en este caso, pensamos que era importante enmarcarnos en esta fecha para poder reclamar en el Ministerio de Salud de la Provincia todo lo que viene pasando. Cuando se hizo la asamblea, se pensó si ir al Hospital Iturraspe o ir al Ministerio de Salud. Decidimos ir a este último porque consensuamos en que en realidad era un problema del Estado, no solamente centrarnos en una institución de salud sino que en realidad es una cuestión del Ministerio que no lo está cumpliendo. El reclamo fue muy específico más allá de la campaña.
¿Cuáles son estos retrocesos a los que hacen alusión?
Agustina: Cuando nos empezamos a conformarnos como socorristas en junio del año pasado teníamos como uno de los objetivos más claros poder articular con el Estado, porque creemos que el Estado tiene que cumplir esta política pública. Nuestra idea siempre fue articular, no ser un parche que tapa lo que no hace el Estado. Empezamos a trabajar bastante bien, articulamos bastante con los centros de salud, aunque con tercer nivel hospitales Cullen e Iturraspe, siempre estamos más complicados.
Este año empezamos a ver que ciertos profesionales de la salud comenzaron a ponernos obstáculos. Nos responden, por ejemplo, que están cansados cuando en realidad lo único que hacíamos nosotras es articular con ellos y quedábamos con las mujeres en el medio. Así tuvimos varias situaciones en donde las mujeres quedaron en el medio y nosotras como socorristas, teniendo que ver que hacíamos con esas mujeres cuando en realidad es el Estado el que tiene que garantizar esos derechos.
Nerea: El reclamo es particularmente al Ministerio de Salud de la Provincia porque es el responsable de garantizar o de pensar y de armar algunas estrategias, en el marco de una política pública. Y además, supuestamente ellos adhieren a esta política pública, y lo hacen no solamente desde lo político sino desde lo ideológico. Pero nosotras en la práctica y en lo cotidiano, vemos que ese discurso se diluye bastante. Hay otro sector que tiene mucho más poder,la corporación médica.
Tampoco hay una decisión clara por parte del Ministerio de Salud en legalizar estas prácticas o poder darle viabilidad. Nosotras desde el año pasado, el 28 presentamos la quinta nota detallando los diferentes obstáculos, por ejemplo que no todos los centros de salud no cuentan con algún médico o alguna médica que garantice la práctica. O los obstáculos que vemos en los hospitales de tercer nivel, en el Iturraspe específicamente donde el jefe de ginecología es objetor e ingresan algunas instituciones antiderechos que tienen mucho poder ahí adentro.
Hay que tener en cuenta de que hace ya casi dos años que a nivel nacional venimos viviendo algunos retrocesos en cuanto a salud sexual, a programa de género y que habilita y da lugar a ciertos discursos y ciertas prácticas que no tienen nada que ver con lo democrático, con el cuidado de las mujeres, con la libertad de las mujeres.
Agustina: Nos encontramos en un lugar que estamos cansadas porque el compromiso desde el Estado, cuando empezamos a laburar era que esto deje de ser tan clandestino. Entonces empezábamos y le hablábamos al celular personal del médicx, pero la idea era poder llamar en algún momento al centro de salud sin tener ningún tipo de problema. Existen los médicos y las médicas “amigables” que llamamos nosotras, pero desde la mesa Ni Una Menos se está empezando a plantear esta cuestión de dejar de llamar amigables porque son solo funcionarios públicos.
Vemos retrocesos y es cada vez peor, muchxs médicos y médicas que dicen no me hables a mi celular personal pero llamamos al centro de salud y nada, entonces las mujeres y sobre todos las pibas con menos recursos son las que salen perdiendo. Desde ese lado también va el reclamo, porque vemos que va todo retrocediendo y no avanzando como el compromiso que se había dicho en el discurso del año pasado del gobierno Socialista de acá de Santa Fe.
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¿Cuál sería la importancia de implementar y cumplir con la ley de interrupción legal del embarazo?
Nerea: Cuanto más blanqueado y transparente se den las prácticas mejor, porque sino uno termina trabajando siempre en la clandestinidad o parece que una siempre está del lado de la ilegalidad. Y el tema es que ellos y ellas están fuera de la ley, porque están incumpliendo un protocolo, un fallo, un derecho sexual y reproductivo y el tener que estar peleando todo el tiempo para que una piba pueda acceder a una interrupción legal del embarazo porque encima el nombre mismo te lo dice, es demasiado. La idea es que se pueda lograr una institucionalización de esa práctica, no solamente en los centros de salud sino también en los hospitales. Porque si no queda a voluntad del médico o la médica.
Agustina: Y también como lo toman el médico y la médica porque al caer en esta cuestión de tener que llamarlx particular, por ejemplo, un médico lo está haciendo y es el héroe porque es el único. También se considera desde la parte profesional hacia la paciente como un favor, que en realidad no es un favor, es un derecho.
Nerea: Tiene que ser una práctica más de salud porque la Interrupción legal del embarazo es una cuestión de salud, es una práctica más de las mujeres y tiene que ser garantizado como cualquier práctica de salud. El tema es que el decidir interrumpir el embarazo es una decisión muy personal de las mujeres, y eso para algunos sectores tiene mucho peso, no debería suceder porque quien decide sobre el cuerpo de las mujeres en este caso sigue siendo el sector médico, la corporación médica.
¿Qué trabajo realizan desde la campaña por la defensa del derecho al aborto legal seguro y gratuito?
Nerea: Nosotras específicamente como grupo Las Anamarías lo que hacemos para aportar a la causa es desde la práctica del socorrismo. Una de las cosas que hacemos es esto, posibilitar o acompañar a las mujeres en esto del acceso al sistema de salud cuando una mujer decide interrumpir su embarazo o decide abortar y sabemos que las mujeres por lo general, llegan a solicitar una interrupción legal del embarazo por las socorristas. Sino las mujeres no llegan a los centros de salud. Por varias cosas, una porque hay un desconocimiento que no se sabe de que una tiene el derecho a solicitar una interrupción del embarazo y que el Estado lo tiene que garantizar. Otra porque hay mucho prejuicio, mucho miedo. Después te das cuenta que es una práctica diaria y las mujeres esté legalizado o no van a seguir abortando. El problema es que las mujeres pobres no tienen para pagar y se arriesgan a un clandestino y las mujeres ricas pagan y se lo hacen, entonces hay una cuestión de clase, una cuestión de género, una cuestión de salud.
Agustina: Esto que decía ella de la desinformación también es una de las cosas que reclamamos, porque no puede ser que desde el Estado Provincial se hayan comprometido hayan adherido al protocolo de interrupción legal del embarazo como política pública y las mujeres no tienen ni idea de que eso existe. Vos vas a un centro de salud no hay un cartel, los médicos, las médicas, las enfermeras nadie sabe sobre la práctica y ahí también está la clandestinidad.
Pensando más en nuestra práctica socorrista, nosotras más o menos como veníamos laburando, nos encontramos con las mujeres, tenemos una charla más que nada para que nos conozcan para saber su situación, más allá de hablar por teléfono, porque creemos que el encuentro es una de las cosas más importantes del socorrismo, como política. Y en ese encuentro notamos que muchas veces las mujeres no dicen la palabra aborto, o lo toman como desde el cristianismo, como un pecado, como algo clandestino. Entonces en ese caso, la ESI (educación sexual integral) por ejemplo debe trabajar desde la palabra misma, de poder empezar a transformar el lenguaje, y que las mujeres, los hombres y todas las personas empiecen a pensar el aborto como una cuestión de salud pública, como algo cotidiano que todas las mujeres lo podemos hacer pero cuesta mucho y yo creo que la ESI tiene que empezar a laburar de ese lado. El aborto es algo más y es una palabra que no es mala.
Sobre la práctica que llevan ustedes cotidianamente, ¿qué acciones realizan?
Agustina: Cuando empezamos a laburar nos pensamos como una práctica de exigencia. Básicamente exigirle al Estado que esto sea una política pública, por lo tanto tenemos un celular de guardia, de hecho la mayoría de los grupos de socorristas funcionan así, que va rotando por todas las compañeras que está prendido todo el día y todos los días. Las mujeres llaman a ese número que lo difundimos por las redes sociales o boca en boca, cuando ellas nos cuentan sobre su situación acordamos una reunión con las mujeres para contarles también sobre está práctica, responder a sus dudas. A parte por esto que decíamos que creemos que el socorrismo rompe un poco con el sistema patriarcal, con lo burocrático, por eso la idea es encontrarnos y para visibilizarlo lo hacemos siempre en una plaza y tratamos después de acompañarlas a los centro de salud y seguir acompañandolas en el proceso mientras se hace la interrupción.
Pero con todo esto que pasó en estos últimos meses, nos empezamos a pensar nosotras mismas para dejar de ser el parche del Estado y empezar a exigir de otra manera y por lo tanto empezamos a pensar de cambiar esta metodología. Entonces por ahora mientras las mujeres nos llamaban por teléfono no hacíamos los acompañamientos al 100 %, pero por una forma de exigir porque creemos que si nosotras seguimos haciéndolo esto va a seguir así. Pero ahora lo repensamos de vuelta.
Nerea: El tema es también ir acomodándonos en el contexto. Sabemos que cuando hay contexto de represión y ajuste, las organizaciones en generali se reorganizan para poder seguir y poder resistir, porque se hace muy cuesta abajo.
Cuando arrancamos nos considerábamos que si de alguna manera articulábamos con el Estado siempre desde el lugar de la exigencia, pero hoy tiene más peso eso, la exigencia porque cuando el Estado empieza a correrse, empieza ausentarse, nosotras no queremos ser cómplice de eso entonces en este momento más que estar articulando estamos con mayores exigencias porque sino terminamos siendo cómplices de la inacción del estado.
Las mujeres la pasan mal cuando van a los centro de salud o a los hospitales solas porque se da una violencia institucional que se da ahí dentro que es terrible y termina re victimizando a las mujeres. Entonces bueno el acompañamiento de nosotras tiene que ver un poco con eso, con tratar de sobrellevar todos esos obstáculos que revictimizan a las mujeres. Y empezar a instalarlo, el socorrismo tiene muchos años pero queremos instalarlo como un práctica cotidiana, en una práctica más de salud que eso es lo que tiene que suceder, aunque estamos a mucho tiempo.
Digo esto porque a nivel nacional estamos con un estado que no es nada amigable, y creo que ya fue bastante claro y creo que es claro que este gobierno no sigue pautas de equidad. Creo que con todo lo que está demostrando es claro que sigue colocando a la mujer en un lugar de subordinación, entonces no hay mucho de qué esperar.
Agustina: Inclusive lo que está pasando, desde el Estado, los funcionarios de la salud tienen la mirada de las socorristas como las enemigas y no es así porque nosotras lo que hacemos es ir a exigirle al estado, pero no vamos a ir a aplaudir. {este no es un favor que nos hacen sino que es un derecho que tenemos nosotras, entonces si a nosotras nos quieren encima postular como enemigas es peor, el personal que labura tiene que tratar de apoyarse en el movimiento de mujeres no pelearse con ellas.
En lo personal ¿cómo las cambió el participar e involucrarse como socorristas?
Agustina: la otra vez lo hablábamos en la facultad, no solamente pensar la práctica como una política pública sino que lo personal es político, es una decisión y empezar a pensar lo que significa para las mujeres la palabra decisión. Ya desglosar esa palabra es re zarpado. Empezar a notar que las decisiones las tomamos cotidianamente y que en esta práctica tan cotidiana también cómo puede ser que no podamos tomar nuestra decisión y tengamos que salir a exigir. A mi, desde ese lado me atraviesa un montón.
Y también con otras cosas cotidianas como poder encontrarse con otras mujeres, empezar a crear vínculos desde otro lado y acá está el tema de la sororidad.
Nerea: Este año hubo un bajón a nivel grupal que tiene que ver con el desastre que está pasando y poder zafar de eso y poder repensar nuestras prácticas y poder sostenerlas dentro de esta crisis a mi me entusiasma muchísimo. porque nosotras tranquilamente podríamos haber dicho, bueno no lo hacemos más porque estamos cansados, porque el Estado no responde y no, sin embargo estamos buscandole la vuelta para seguir haciéndolo porque es algo de lo que estamos convencidas y de eso nadie nos va a correr. Lo bueno es que el grupo, Las Anamaría, está bastante fortalecido y nos acompañamos bastante eso es algo que nos caracteriza como grupo y por eso creo que es fundamental el acompañamiento y la sororidad entre nosotras.
A mi lo que más me moviliza es poder hacer público esto que parece ser tan personal como es la decisión de abortar. Y el encontrarnos en una plaza a hablar de aborto y no hacerlo entre 4 paredes es hacer político y público lo que parece tan personal. Eso es lo que más me llena del socorrismo.
Agustina: Por ahí es eso, cuando las mujeres abortan, parece re trillado, pero vos sentís un poco que vos también estás abortando un montón de cosas. Eso está bueno también, desde ese lado.
Nerea: sí, porque cuando una mujer decide abortar, decide romper con un montón de estereotipos, de miedos, de tabúes, de posicionamientos , de mandatos. Por eso no es solamente la decisión de abortar, sino que uno aborta todo eso y nosotras acompañamos todo eso y por eso a mi se me hace como muy fuerte a veces.
Agustina: para romper un poco con el discurso social respecto a la palabra aborto, lo que nosotras vemos es que cuando una mujer decide abortar no va haber forma de convencerla. Hay que romper también con ese discurso de que las mujeres no saben qué hacer y ahí está la cuestión también de que los profesionales de la salud lo puedan ver como política pública.
Nerea: Siempre que hay una decisión con el no ser madre, siempre se la interpela a la mujer. En el hospital se ve mucho la mujer decide abortar es un tema, la mujer decide dar en adopción es un tema, todo el tiempo lo que se interpela es la decisión que se corre del mandato de la maternidad se la pone en duda con el argumento de que seguramente desde el centro de salud vamos a decidir mucho mejor que vos porque vos en esa situación de vulnerabilidad no podes.
Y acá también lo fundamental de la educación sexual integral, porque justamente lo que permite es eso, poner en duda, cuestionar todos esos mandatos que nos atraviesan a nosotras también. Lo que permite la esi es poder cuestionar y poder pelearnos con todos esos marcos de referencia con los que nos construimos y con los que miramos a la sociedad.
*Ana María Acevedo fue una joven de 19 años que murió tras que en el Hospital Iturraspe se negaran arbitraria e ilegalmente a realizarle un aborto terapéutico y a brindarle al mismo tiempo el tratamiento oncológico que estaba indicado para el cáncer que tenía en la mandíbula.
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